martes, 16 de junio de 2009

Visita al centro de la imagen

Desde aquella visita al foro de la imagen mi percepción de la fotografía cambió…

El lugar es nostálgico, pues en la calle de Enrico Martínez #7 ejercí como diseñador en un semanario durante 1 año y medio, comencé como fotógrafo, ya después me dieron chance y comencé a realizar mis pininos…

Llegando al lugar, nos detuvimos a ver los libros de fotografía que vendían en el patio, los precios no se me hicieron elevados, ya que para la calidad de las fotografías es excelente.

Comenzamos nuestro recorrido y una de las primeras imágenes que observamos fue la de un gran collage de fotografías de diferentes hombres citadinos en diferentes semblantes, diferentes obras, todas de diferentes artistas. Diferentes panoramas, diferentes perspectivas, pero la vida va siendo la misma… en diferentes ángulos.

Una de las muestras que llamó mi atención fue una realizada en un gimnasio de box, en pleno entrenamiento, al parecer fueron tomada con un filtro especial, dándole tonalidades en sepia y azul, resaltando el color blanco.

Otra de las muestras de gran interés para mí, fue la realizada por un artista que plasmo a diferentes personas albinas en diferentes escenarios, como el de una fabrica, una granja, una playa… se podía ver que la mayoría lucía triste, aun que al final el fotógrafo describe que la mayoría de los voluntarios de su obra tenían cierto grado de superioridad…

Una sala con una lámpara pendida me atrapó, era una secuencia de los diferentes espacio de una casa, la luz era en diferentes tonalidades, unas monjas en plena cadena de oración fue de mis favoritas, se ve que eso es lo suyo… pero por desgracia no es lo de mucha gente, sentí gran empatía por esa foto.

Una serie de seis fotografías conformaban una colección nombrada, algo así como “El Nirvana”, la luz resaltaba las texturas en madera, uno de mis elementos visuales favoritos.

¡Ah! Hubo una muy buena, era una colección de cómo 12 fotografías, muy suigeneris, y otra junto de ella, eran como paisajes de terrenos tomadas con poca luz, pero el cielo se apreciaba en un tono azul. El efecto era muy agradable a mi vista y ojala algún día llegue a plasmar esas imágenes.

La pequeña exposición de un corto sobre una feria, fue lo más divertido e interesante, a lo que se refiere a un concepto como el que se apreció, además jugamos con las imágenes y nosotros, creando una ilusión bastante buena con nuestros cuerpos, las imágenes y la luz.

La exposición de la gente ciega fue de lo más conmovedor y gráfico, una ironía, una contradicción cotidiana de lo que se pudo observar, una fotografía impresionante imagen de un ciego tocando su instrumento en un aparador donde se ve claramente unos ojos.
O más impresionante aún el de un niño intentando descifrar con sus manos la escultura prehispánica de Quetzalcóatl , o la del niño patriota con su bandera en las manos. Marco Antonio Cruz plasma de manera muy definida la vida de estas personas, donde se refleja su tristeza y su gran lucha por la adaptación en esta miserable sociedad, despiadada como su incapacidad de poder ver lo que nos han regalado en esos instantes de vida congelados.

Sentí una gran fascinación con la fotografía del interior de una avión militar, aunque no se muestra ningún militar dentro, logra dar el mensaje que pretendió el autor. Las imágenes de una llamada tribu urbana como lo son los cholos o algo similar, dentro de un país que no es el suyo, la fe con la que portan sus camisas con imágenes de santos, su propia idea de sí mismos.

La exposición contigua a esta me pareció interesante a pesar de que solo eran televisiones con imágenes de varias grabaciones en los centros comerciales, cámaras de seguridad, todo mundo a las carreras, inmerso en su propia realidad, tan insensibles, tan distantes, en fin una especie de big brother oriental…

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